El proyecto propone un imaginario nuevo, ligero y textil, para un edificio de tectónica sólida y que aglutina en sus capas el paso del tiempo…

La propuesta tiene en su lema su manifiesto: “Telas y Muebles… (o las FALDAS DE BETI”) apela a que las intervenciones a realizar serán elementos ligeros, transformables y que son capaces de desaparecer sin apenas dejar huella. Mientras están presentes, los nuevos elementos, siguen apareciendo efímeros y dispuestos al cambio. No proponen un aspecto cerrado e imperecedero sino más bien un kit de herramientas para adaptarse a los usos principales y secundarios del edificio. Podría decirse que la intervención es una sencilla vestimenta (algo así como unas faldas que actúan de cubierta) y algunos complementos (rampas, gradas y muebles de madera) que permiten que el edificio sea más eficiente en términos sostenibles, programáticos, económicos, sociales o imaginativos.

Para la cubrición se propone una estructura de soportes metálicos y vigas de madera que configura el entramado que sustentará una cubierta al completo textil realizada en varias capas. Los textiles arman un dosel o unas faldas que según su configuración dependiendo del programa en el recinto y de la meteorología, cambian y se adaptan. Se cuenta con diversas capas textiles, que en su solape, además de condiciones de visibilidad del cielo atractivas, configuran un colchón térmico adecuado para la exposición solar del recinto. De la cubierta se descuelgan además unos bastidores de 6×15 metros, sustentados en múltiples puntos de la estructura de vigas superior. Estos bastidores despliegan una estructura de cables y telas acústicas que se encargan del acondicionamiento sonoro del conjunto. Los bastidores pueden deslizarse por la estructura cambiando la altura a la que se sitúan e incluso podrían descender al completo para mantenimiento y/o modificaciones en su configuración de cables y telas. Sus cables se estabilizan a viento con diversos tensores que entran en carga según necesidad. En total el conjunto cuenta con 8 bastidores. Cada uno de ellos es independiente por lo que se podrían disponer a distintas alturas si el programa lo requiriera, aspecto éste del programa que abordaremos en breve, solo adelantar que el programa principal será el juego de pelota pero igualmente se consideran el uso escénico o el de espacio público, como plaza cubierta. Los cables cuentan con unos contrapesos que son los que les dan forma. Estos contrapesos pueden albergar distintos dispositivos que principalmente entran en juego con relación al programa escénico o de espacio público, nos referimos a iluminación, micrófonos o altavoces, pero también a dispositivos que mejorarían el confort térmico del recinto, como pequeños humidificadores que se pondrían en uso en verano. Se trata en fin de una estructura colgante que proporcionaría las infraestructuras necesarias para los usos que se desarrollarían “bajo estás faldas”.

Acústicamente hay dos posiciones clave de los bastidores. Para el juego de pelota se dispondrían en su altura máxima. Sus telas absorberían la posible contaminación acústica hacia el exterior de la manzana. En cambio, para programas escénicos, donde el sonido debe ser redirigido hacia la grada, los bastidores bajarían (ver secciones transversales) y la estructura colgante se dispondría de tal manera que se pudiera absorber y redirigir el sonido hacia los espectadores de forma satisfactoria.

Se propone así un comisariado de usos, que de forma sencilla podrían disponer unos ciertos días de la semana o unas horas diarias para la apertura pública de la cancha como plaza a la sombra y protegida de la lluvia; otros para su uso principal de juego de pelota; y algunos eventos señalados donde el uso escénico sería perfectamente compatible. Este comisariado de usos del edificio pretende hacerlo lo más democrático posible. Lo más abierto a la ciudadanía y a sus inquietudes. Un espacio políticamente abierto para la creación de escenarios urbanos diversos. Y este enfoque se ve apoyado por el uso propuesto en la nueva edificabilidad permitida bajo la cancha. Para este espacio se prevé un Aula de Debates Urbanos, talleres y conferencias. Si la participación ciudadana es cada vez algo más presente en nuestra ciudad, debe ir también acompañada de un mayor aprendizaje multidisciplinar urbano de todos los agentes implicados, esto es muy patente en otras ciudades con más experiencia y mayor recorrido al respecto. El Beti-Jai es de algún modo un espacio ciudadano, son los ciudadanos organizados en diversas plataformas los que lo han puesto de relevancia en gran medida y es por ello símbolo de una democracia más completa e inclusiva.

Al espacio bajo cancha en todo caso no se le priva tampoco de su versatilidad con relación a eventos culturales y perfectamente podría albergar ensayos, performances de menor escala o conferencias diversas.

Autora: Mª Auxiliadora Gálvez

Colaborador y asesor: Enrique Larrumbide

Fecha: 2018

Estado: Propuesta de concurso

Emplazamiento: Madrid, España.