INTERESPECIES:

La reinvención de las ciudades no es un proyecto que podamos posponer. Nos obliga la triple crisis que nos ocupa (sanitaria, climática y económica) y aunque deberíamos habernos puesto manos a la obra hace tiempo, aún contamos con una infraestructura base que posibilita una ciudad diferente. De forma conjunta a la reinvención de la ciudad debemos reinventar los imaginarios que nos rigen, si no, ninguna transformación será posible. Empecemos por estos últimos.

Los imaginarios que rigen nuestra sociedad hunden sus raíces en nuestros cuerpos, ya que somos seres encarnados. Es nuestra propia imagen corporal la que cambiará asociada a la imagen de la ciudad… y esto, permitirá reinventar las dos, la ciudad y los cuerpos múltiples de los organismos que la queremos habitar. ¿A qué nos referimos? En el propio título del proyecto está la respuesta: INTERESPECIES. Consideramos nuestra especie como la única con control sobre nuestro medio, el error que esto supone se ha puesto en evidencia en la reciente crisis de la COVID-19. Los humanos nos sentimos capaces de construir con nuestro ingenio casi cualquier cosa y nuestra cultura se contrapone a lo natural. Vemos a nuestros cuerpos como aparte del resto de la corriente evolutiva, casi hemos olvidado de dónde venimos. Es hora de cambiar estos imaginarios.

Nuestro cuerpo está asociado en cadena a muchos otros seres y la materia que nos compone es la misma de las estrellas y del resto de organismos que habitan el planeta. Podríamos decir que si miramos con atención, nuestro cuerpo no se distingue de otros organismos sino que más bien es una especie de “Frankenstein multiespecie”. Estamos a punto de aniquilarnos, pero si hoy tuviéramos que revivir a alguien, no sería al Frankenstein hecho de partes humanas ya muertas que ya conocemos que trata de hacer inmortal a lo humano, sino que nos gustaría revivir a un sujeto interespecie: un organismo consciente de su posición en el planeta- seguramente femenino o sin género determinado- alguien consciente del pulso vital y de las interrelaciones que lo atraviesan. Una nueva monstruosidad atravesada por la vida, bellísima y sabia. Compuesta de múltiples organismos- o al menos de su consciencia y memoria- a la vez.

De igual forma la oposición continua de las ciudades a los ecosistemas biodiversos, su homogeneización y nuestras prácticas urbanas deben dar paso a una mixtura de ecosistemas que lo urbano haga posible. Esos ecosistemas serán los que nos sostengan. Somos parte de ellos y ellos, parte nuestra como de muchos otros seres, humanos y no humanos. Todos pueden consolidarse al unísono.

En este orden de cosas los paisajes urbanos deberán ser más biodiversos y productivos. Con múltiples asociaciones entre especies y entre entornos. De esta forma alimentos, prosperidad, ecología, salud, urbano y cuerpos múltiples serán sinónimos de ciudad.

En tres líneas, lo que se propone es reorganizar el medio urbano sumando la red de descampados, el proyecto del bosque metropolitano, los polígonos industriales urbanizados y no ocupados ya por más de diez años, las cubiertas de las edificaciones, las terrazas y los patios… toda esta colección territorial puede sumar innovación en torno a una red de infraestructuras verdes productivas. Su morfología estrella sería la de un bosque comestible basado en la permacultura, pero necesariamente esta colección de paisajes productivos tendrá que ser multifuncional. La permacultura- especialmente pensada para entornos urbanos y las transiciones hacia lo rural- permitiría una producción de alimentos en proximidad y una implicación ciudadana a través de la participación directa. Así, las nueves redes de espacios públicos de la ciudad, en forma de bosque comestible, producirán servicios ecosistémicos- alimentos entre otros- reducirán desplazamientos, generarán una mayor conciencia ecosistémica y transformarán lo urbano-bosque-rural en una continuidad habitada por sujetos interespecies, donde múltiples asociaciones entre organismos hacen capital social.

¿Puede la ciudad ser un lugar productivo y a la vez generador de biodiversidad, salud, equidad social y riqueza de relaciones políticas? ¿Podemos rediseñar todxs juntxs nuestra forma de habitar y cómo el medio nos construye/destruye y viceversa? ¿Podemos disponer en la ciudad de recursos ecosistémicos amplios que nos hagan más autosuficientes, más felices y más sabios? ¿Puede la ciudad ser comestible y alimentarnos?

Pero ¿qué es la permacultura y por qué puede tener el potencial de revolucionar lo que nuestra ciudad puede ser?

La permacultura es un sistema que a través de la sinergia y relación colaborativa entre distintas especies de plantas y animales- y sus ecosistemas asociados- proporciona una forma de producción de alimentos que fomenta la biodiversidad, mejora lo suelos- puede comenzarse en suelos muy pobres- y es capaz de adaptarse a pequeños entornos urbanos o combinarse en mayores territorios. Su forma es la de un bosque comestible. Genera paisajes de alimentos.

En términos generales la tendencia a hacer de las ciudades lugares cada vez más hibridados con lo que consideramos “campo” está claramente al alza. Principalmente ha surgido en comunidades enfrentándose a una gran crisis local además de la global, este es el caso de Detroit por ejemplo que contaba ya en 2015 con 1.600 granjas urbanas con el objetivo de poder alimentar al menos a la mitad de su población total (paradigma nada desdeñable frente a la actual crisis relativa a la COVID-19 y los efectos que está teniendo en la población más vulnerable), pero también emerge con el objetivo de mejorar la vida de las personas, es el caso de numerosas regiones de Reino Unido como Calderdale donde desde 2013 el ayuntamiento pone sus terrenos desocupados a disposición de sus habitantes para que los cultiven. Los Parques Agrícolas de ciudades como Milán son un ejemplo más cercano. En realidad, tal y como se recoge en estudios como el publicado por COST (European Cooperation in Science and Technology www.cost.eu) “Urban Agriculture in Europe” (2012-2016) es una práctica en alza en la reinvención de las ciudades de toda Europa.

La mayor parte de los productores de los alimentos que consumimos son pequeños productores (entre un 70 y un 75%). Las grandes compañías principalmente alimentan ganado o crean biocombustibles. En la actualidad la explotación agrícola al uso, dependiente de combustibles fósiles y prácticas que agotan los suelos, necesita de grandes extensiones para ser rentables. Con una décima parte de terreno, una producción de permacultura ya valdría la pena económicamente, y a diferencia de la agricultura convencional, la permacultura no agota el suelo sino que lo enriquece. Es más, a largo plazo cuando estos ecosistemas de permacultivo alcanzan su climax, el mantenimiento es además mucho menor, unos organismos y otros colaboran y se “cuidan” mutuamente y pueden producir 100 euros de hortalizas o más por metro cuadrado.

Si todos los pequeños productores usaran técnicas de agroecología duplicarían su producción. Si usaran técnicas de permacultura la experiencia nos confirma que el aumento en la producción sería 3 o 4 veces más. Estos datos proceden del estudio en alrededor de 68 países que Oliver De Schütters (economista y experto en derechos sociales) ha creado para Naciones Unidas. Tras unas actuaciones base que pueden llevar algunos años, una parcela de permacultura de unos 1.000 m2 es capaz de producir en su primer año (estos números están enunciados en 2015 y filmados en la película documental “Tomorrow”) unos 32.000 euros de hortalizas, 39.000 euros el segundo año, y en el tercero la producción ya ascendía a 57.000.

Hay diversas asociaciones de permacultura en la ciudad- también de ámbito nacional- que pueden ser aliadas en esta transformación. Algunas de ellas son: “Permacultura Madrid”, “Permacultura Íbera”, “Cambium. Permacultura en formación”, “Madrid Agroecológico” o “Ecoherencia”. También otras entidades como “Campo Adentro (Inland)” trabajan en el ámbito de disminuir la distancia ente el campo y la ciudad incluyendo a los animales y los medios de producción manuales en redes solventes capaces de realizar importantes cambios en nuestros hábitos para con el medio.

Igualmente hay instituciones que podrían ser parte de un cierto comité de expertos. El Jardín Botánico por ejemplo ya realizó en 2012 una exposición “Descampados”, de la mano de Javier Grijalbo, poniendo de relevancia la importancia y el valor de alguno de estos paisajes que de algún modo consideramos enlazados a la revolución del bosque comestible como una base silenciosa y ya presente en nuestra realidad.

La mejor manera de llevar a cabo esta transformación de lo urbano y de nosotros como habitantes es a partir de la máxima colaboración entre entidades y organismos. Incluye planificación, pero también implicación ciudadana. ¿Podríamos empezar mañana? Sí, la propuesta es autosustentable económicamente en sus estados piloto. Estos estadios piloto proponemos empezarlos en parcelas urbanizadas pero abandonadas o aún no puestas en marcha. Es el caso del ejemplo considerado en “La Atayuela” cerca de Vallecas.

– La primera acción por tanto sería que el Ayuntamiento cediera algunos terrenos disponibles (también podría hacerse con iniciativa privada, si bien, creemos mas factible comenzar con parcelas municipales en desuso).

– En segundo lugar, y para empezar a trabajar el suelo, se ofrecería a la ciudadanía y PYMES formar parte del proyecto. Cualquier ciudadano o pequeña empresa, podría hacerse con una porción de la producción a cambio de una pequeña colaboración económica- hablamos de un “amadrinamiento” realmente simbólico los 3-4 primeros años hasta que el sistema esté armado en sus bases. A cambio de esa colaboración económica, los participantes (“madrinas” y “padrinos”) podrán formar parte de los talleres formativos y constructivos en permacultura, y será a través de esos talleres que el sistema se irá ejecutando.

– En un tercer estadio- como muy tarde a partir del 5º año- los participantes podrán continuar, de forma autónoma pero coordinada, sus cuidados en el bosque comestible a cambio de un alquiler que se fijará en función de la producción.

La transformación de estas parcelas en un bosque comestible no es por tanto una estructura del espacio productivo similar a la de los huertos urbanos. No se puede lotear en fragmentos independientes y que funcionan aisladamente. Este sistema conforma un ecosistema y si de verdad queremos hacerlo funcionar hay que disponer unidades mínimas permacultoras a “amadrinar” pero que se generan en sinergia según un único sistema general coordinado que se debe diseñar.

Lo que se propone es disponer unidades mínimas de permacultura, que conjuntamente suman el sistema. La unidad mínima aquí considerada es de 20 m2 lo que daría acceso a un máximo de 1500 familias y PYMES a formar parte del proyecto (estos números se refieren a la superficie de la parcela piloto en “La Atayuela”, Vallecas). Decimos como máximo porque alguna PYME o familia podría decidir amadrinar y posteriormente cuidar más de una unidad. Si varias parcelas se ponen en marcha a la vez la repercusión en la ciudadanía sería exponencial.

El coste anual del amadrinamiento durante los primeros años de establecimiento y trabajos previos del sistema siempre referido a una unidad productiva mínima de 20m2 de permacultivo sería de 100€ (algo mas de 8 euros al mes).

Si bien un sistema de permacultura conlleva algo más de tiempo en sus estadios iniciales, una vez instalado es realmente resiliente y cada vez más autosuficiente. A largo plazo es la asociación interespecies la que realiza la mayor parte del trabajo.

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FASES:

1- Cesión de los terrenos.

2- Diseño básico y amadrinamiento.

3- Diseño detallado y desarrollo de los talleres/construcción participativa y coordinada.

4- A partir del establecimiento del sistema mediante amadrinamiento y talleres comienza la fase de cuidado autónomo pero coordinado dentro del ecosistema generado.

5- A partir del 5º año el sistema empieza a producir de forma más consistente. La red en otros puntos empieza también a armarse. La ciudad va cambiando sus posibilidades de acceder a los servicios ecosistémicos y a su auto-abastecimiento. La colección de los paisajes productivos urbanos empieza a transformar la ciudad.

6- En 10 años el sistema empieza a ser cada vez más visible.

7- A partir de los 50 años en adelante se evoluciona hacia una ciudad totalmente distinta. Más plena en recursos y servicios ecosistémicos, más saludable. Con menos emisiones y más superficie de sumideros de carbono. Un ecosistema mejor regulado, unos habitantes y una ciudad más dueños de su propio destino.

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Creemos que la ciudad debe y puede generar salud y alimentos. Que los ciudadanos demandamos cada vez mas la necesidad de naturaleza y la re-invención de una ciudad donde la calidad de vida es lo fundamental… demandamos acciones que eviten pandemias y crisis de alimentos y deseamos sistemas de producción que nos permitan sustento. Una ciudad biodiversa y próxima. Pero también nosotros debemos cambiar para que esto sea posible. Y debemos entendernos de forma distinta y entender los ecosistemas de forma compleja. Este proyecto cuida de organismos y medio para hacerlos evolucionar en sinergia INTERESPECIES.

Desafíos a desarrollar:

Eficiencia energética y energía limpia:

– Procesos manuales

– Sin combustibles fósiles

– Gracias a la producción en proximidad, se eliminan costes en transporte, empaquetado, procesado, almacenamiento y marketing.

Ciclo de vida y materiales de construcción sostenibles:

– Sucesión ecológica

– Distintos materiales se obtienen en cada fase. En las mas avanzadas con muy poco trabajo activo

– Se obtiene madera, tintes, ceras, aceites…

Movilidad sostenible:

– La proximidad reduce desplazamientos

– Los paisajes productivos fomentan movilidad peatonal y ciclista

Resiliencia y adaptación al cambio climático:

– Mejora de los suelos, sumideros de CO2

– Biodiversidad

– Cada organismo tiene mas de una función, creando un sistema muy estable

– Resiliencia ciudadana y comunitaria

– Capital social

– Autoabastecimiento

Servicios ecológicos para los barrios y trabajos sostenibles:

– Participación ciudadana

– Servicios ecológicos (comida, plantas medicinales, menos polución, mas polinización, prevención de la erosión, ciclo del agua, suelos vivos, experiencias terapéuticas, mejora de la calidad de vida… )

Gestión sostenible de residuos:

– Compostaje de desechos orgánicos

– “de la cuna a la cuna”

Gestión sostenible del agua:

– Hacia la madurez del sistema técnicas como el “mulching” reducen la necesidad de riego

– Mejora del suelo = Mejor ciclo del agua

– Diseño de recogida de agua

– Especies autóctonas

– Depuración natural y drenaje

Biodiversidad, re-vegetación urbana y agricultura:

– Multi-funcionalidad de los paisajes

– Terrazas, cubiertas, calles…

– Organismos no humanos como un ciudadano mas

Acciones de inclusión y beneficios sociales. Participación comunitaria:

– Experiencias de producción colectiva

– Ecología cívica

– Aprendizaje común

– Política de cuidados

Diseño del espacio público, innovación arquitectónica:

– Estratos vegetales y animales

– Prótesis de reciclaje de viviendas

– Manual de instrucciones diversidad y espacio público

– Diseño de infraestructuras

– Diseño ecosistémico

Ciudad-bosque-campo… medio… interespecies:

– Lo social no implica solo a los humanos

– Cooperación, diseño y aprendizaje interespecies

Red de descampados, reforestaciones puntuales, bosque metropolitano, pacto verde europeo, “de la granja a la mesa”, permacultura urbana, agroecología, producción sostenible, servicios ecosistémicos, biodiversidad, salud, sistemas agro-silvo-pastorales, programa re-inventing cities… –: forman todos parte de un mismo proyecto… el que reinventa el espacio público y lo hace sano y comestible en un diálogo interespecies sin precedentes… ¡empecemos!

 

Autora: Mª Auxiliadora Gálvez Pérez

Asesores: Inland (Campo Adentro), David Prieto Serrano, Oscar Miravalles, Emilio Luque y Mauro Gil Fournier.

Fecha: 2020

Estado: Propuesta

Emplazamiento: Madrid, España